domingo, 28 de junio de 2009

Yellowstone National Park I

Sí, es cierto, la mayoría de lo que leéis estas líneas, si no todos, ya habéis visto las fotos del viaje y, por lo tanto, conocéis nuestro periplo por los parques nacionales del estado de Wyoming. Pero nos da igual. Han sido nuestras primeras vacaciones en el Nuevo Mundo desde que llegamos a él y queremos pues, dejar constancia en este blog. Para compensar a los que tengáis paciencia de leernos, pondremos fotos inéditas, que para eso hemos hecho 300.


El día 6 de junio de 2009 comenzaba nuestro viaje al conocido parque nacional. El viaje constaba de las siguientes etapas: vuelo a Salt Lake City (5 horas y media), viaje en coche por los estados de Utah, Idaho y finalmente, Montana (6 horas), estancia en Yellowstone, Wyoming (7 días), visita al Grand Teton (1 día), vuelta en coche atravesando el Lejano Oeste (otras 6 horas) hasta Salt Lake City y vuelo de regreso a Nueva York (3 horas y 40 minutos).

Día 1. Sábado 6 de junio de 2009. Nuestro avión salía como a las 21.00, así que pasamos el día haciendo las maletas y demás preparativos. Una vez en el aeropuerto decidimos esperar para cenar en el avión. Habíamos comido con horario español y no teníamos mucha hambre. Además, dado que Jet Blue nos había dado unos snaks en un vuelo de una hora cuando volvíamos de Niágara, era perfectamente probable que en este vuelo más largo nos dieran de cenar. No tardamos mucho e comprobar que no sólo no daban de cenar, sino que no ofertaban nada de comida para comprar. En un viaje de 5 horas y media dan lo mismo que en uno de una hora: patatas fritas. Si tenemos en cuenta que el vuelo salió con dos horas de retraso y que en el aeropuerto de Salt Lake City estuvimos esperando bastante rato a que llegara un taxi, es fácil imagina que cuando llegamos al hotel hacia las 2 de la madrugada (dos horas menos que en Nueva York) teníamos un hambre canina. El chorizo Palacios que había metido Jorge en la maleta nos supo a gloria sin pan ni nada.

Día 2. Domingo 7 de junio de 2009. Recogimos nuestro coche de alquiler. El momento “pretendidamente emocionante” tuvo lugar cuando nos preguntaron nuestro número de la seguridad social y ninguno de los dos lo recordábamos o lo llevábamos apuntado (se nos enroscó una vuelta más la boina). Al final, la aplicación informática funcionó sin numerito, pero a 2200 millas de casa, el susto fue considerable. El otro dato significativo del día es que Jorge perdió su paraguas mientras tramitábamos la adquisición del coche. Para vosotros no será importante, pero para él lo fue mucho. Fue un hecho trágico que marcó el viaje y por el que os pido un minuto de silencio.

Esa noche la pasamos en West Yellowstone. El señor del restaurante donde habíamos comido nos dijo que regateáramos si la habitación nos parecía muy cara. Lo intentamos en tres sitios distintos sin que funcionara y al final tuvimos que volver con el rabo entre las piernas al primer sitio al que habíamos entrado. Una de dos: o no se puede regatear en West Yellowstone o a nosotros se nos da fatal.

Día 3. Lunes 8 de junio de 2009. Tras pasar el atasco que hay a la entrada del parque, por fin nos adentramos en él. Nada más entrar, ya estábamos parando para hacer fotos, ver animalejos y visitar diferentes elementos geotérmicos.

Visitamos Norris. Aquí hay unas plataformas geotérmicas muy grandes. Es una de las zonas más calientes y cambiantes del parque, porque es donde el magma del volcán sobre el que se encuentra el parque está más cerca de la superficie. Hay dos plataformas llenas de géiseres y lagunas de agua caliente. Vimos a Steamboat, que es el géiser más alto del parque (unos 120 metros), pero que lleva años inactivo, y comimos al lado de Echinus, que es un géiser tan ácido como el vinagre, a ver si había suerte y lo veíamos erupcionar. Nada. Pero en la segunda plataforma vimos erupcionar nuestro primer géiser (Constant). Era chiquitito pero ¡a quién le importa!

Luego fuimos a Artist Paint Pots, que es una plataforma llena de lagunas de barro. Estas son como las lagunas de agua caliente pero, al ser más ácidas, disuelven la tierra y formas un barrillo asquerosete. Aquí fue donde vimos a los primeros bisontes, esos bichos majestuosos a la par que feotes y pachones pero parece ser que es mejor no verlos de mal humor.

Este fue el día que vimos, por primera vez, una marmota, al lado de unas formaciones de basalto bastante bonitas. Está terminantemente prohibido dar de comer a los animales, pero había allí una familia de turistas que se pasaron la normativa por el arco del triunfo. Eso sí, esta infracción nos permitió sacarle una foto preciosa a la marmotilla.

Día 4. 9 de junio de 2009. Este día decidimos hacernos una marcha subiendo al Bunsen Peak (Bunsen, por el del mechero que se utiliza en los laboratorios de química, por cierto) para luego bajar el pico y el cañón adyacente hasta las Osprey Falls. La subida al pico sólo fue un poco durilla porque a ratos había nieve congelada y resbaladiza difícil de atravesar. Las Osprey Falls son preciosas y comimos a su lado mientras empapaban nuestros chubasqueros. La subida del cañón ya fue otra cosa (250 metros en menos de kilómetro y medio). Vimos a unas marmotillas en pleno celo y montones de familiares de la ardilla de diferentes tamaños.

Después del pico Bunsen y descansar un poco nos fuimos a buscar las Wraith Falls. Como se suponía que iba a ser un paseo fácil a través de praderas, me fui con un café en la mano. No contaba con que nos equivocaríamos de camino y que terminaría, cappuccino en mano, trepando por árboles caídos y rocas, con el único fin de no llegar a las susodichas cascadas.

Como el café me había infundido fuerzas, convencí a Jorge para hacer una marcha de dos horas a las 7 y media de la tarde para ver un lago y llegar a un árbol petrificado al que se puede acceder en coche. A pesar de encontrarnos con un bisonte en medio del camino, que nos impedía el paso y nos retrasó bastante, llegamos al árbol todavía con luz. Este árbol es bastante decepcionante, sobre todo porque está vallado y no puede uno acercarse a ver que, en realidad, es una roca.

Día 5. 10 de junio de 2009. A las 9 de la mañana estábamos frente al Liberty Cap (una formación de travertina con forma de falo) para empezar nuestra visita a las Mammoth Hot Springs guiados por una ranger. Una de las cosas más recomendables a hacer en los parques nacionales en EE.UU. es dejarse guiar por los rangers. ¡Son fenomenales! Y además llevan el gorrito ese tan gracioso que me recuerda aún más a los dibujos de Hanna & Barbera. Aquí hay unas formaciones preciosas de terrazas debido a la caliza que arrastra el agua en esta zona y que se deposita de esta forma. No me voy a poner a explicar los fundamentos geológicos, para eso os conmino a que busquéis en algún libro de geología o en el que parece nuestro patrocinador (la guía Lonley Planet) o a que vayáis al parque, que es la mejor opción. Sólo añadiré que las distintas terrazas tienen distintos colores ya que, dependiendo de la temperatura, habitan en ellas unas bacterias u otras. La ranger, para medir la temperatura a distancia, utilizó lo que se conoce como un pirómetro.

Después de las terrazas, nos fuimos a hacer otra marchita para ver árboles petrificados como Dios manda. Si la subida por el cañón donde estaban las Osprey Falls fue dura, esta subida, que para colmo, a ratos era un barrizal, fue agotadora. Eso sí, mereció enormemente la pena. Es increíble ver cómo, lo que parecen árboles, con sus anillos perfectamente dibujados y la corteza claramente definida, es en realidad roca. Pensar que estos eran los árboles que estaban allí hace 700.000 años y que han quedado petrificados da una sensación bastante alucinante (llamadme flipada, que tendréis razón). Aquí había bastante árboles, algunos caídos por el suelo, otros verticales. Y estos no estaban vallados ni nada, se podían ver bien de cerca. Mucho mejor que el del día anterior. Terminamos la subida para llegar a una cima donde interrumpimos a una pareja entregada al amor al aire libre. Ya lo sentimos por ellos.

La bajada fue mucho más agradable y breve, porque a ratos la hicimos corriendo, dejando a la gravedad hacer la mayor parte del trabajo.

A la vuelta al hotel vimos, por fin, las Wraith Falls, esta vez sin cappuccino y por el camino correcto.