miércoles, 21 de diciembre de 2011

JORGIDIA ANUNCIA SU NUEVO GOBIERNO


En una rueda de prensa, llevada a cabo hoy en Morningside Heights, el presidente Jorgidia anuncia los miembros de su cartera para esta nueva legislatura.
  • Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas: Carlos Casado
  • Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación: Miguel Fribourg
  • Ministerio de Educación, Cultura y Deporte: Antonio Rey
  • Ministerio de Defensa: Silvia Huertas
  • Ministerio de Economía y Competitividad: María Luisa Paradinas
  • Ministerio de Fomento: Apeto Cebolleta
  • Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente: César Cebolleta
  • Ministerio de Industria, Energía y Turismo: Sebastián Prieto
  • Ministerio del Interior: Álvaro M. del Pozo
  • Ministerio de Justicia: Elías Herrero
  • Ministerio de la Presidencia: María Muñoz
  • Ministerio de Asuntos Sociales, Sanidad e Igualdad: Soledad Mate
  • Minsiterio de Empleo y Seguridad Social: Diana Bujarrabal
Antes de terminar la rueda de prensa, Jorgidia ha realizado varias declaraciones, aclarando que "como Rajoy, hemos elegido un gobierno de amigos de confianza" y ha recordado al resto del círculo cercano que "hay legislatura para rato" y que habrá "secretarías y ministerios para todos".

domingo, 4 de diciembre de 2011

Hawái es uno de los dos paraísos


Una de las grandes ventajas de casarse es poder disfrutar del viaje de novios. En nuestro caso, cada vez que salía el tema a colación, preferíamos dejarlo para más tarde. No había tanto tiempo como para organizar la boda y a la vez pensar en un viaje. Sin embargo, la palabra Hawái iba calando poco a poco en nuestro subconsciente. Hawái es uno de los destinos típicos de las honeymoon americanas, y también estaba bien alto en nuestra lista de viajes a realizar durante nuestra estancia en los EEUU. Así que poco después del día de la boda, decidimos que nos íbamos para allá.

Normalmente, solemos llevar los viajes bastante bien planificados. Sin embargo, habíamos leído en la Lonely Planet que nos habían regalado Los Zaraprimos que noviembre en Hawái es temporada baja. Así que entre la falta de tiempo y la confianza en que encontraríamos donde dormir, fuimos bastante más a la aventura, con sólo unas pocas noches reservadas y coche de alquiler en las dos islas que visitamos: Big Island (Isla Hawai'i) y Maui. Total, si pasaba que no teníamos hotel, siempre podríamos dormir en la playa, ¿no?
Se pueden ver más fotos pinchando aquí.

Big Island
                 El 10 de noviembre partimos hacia Big Island, que, como su nombre indica, es la isla más grande del archipiélago. También es la más joven.
Todas las islas en Hawái se han formado por erupciones de lava a lo largo de millones de años. Geográficamente, el punto caliente por donde se cuela la lava está fijo; sin embargo, las placas tectónicas se van moviendo poco a poco. Esto hace que se forme un reguero de islas con el paso del tiempo. De hecho, hay una nueva isla todavía en formación que emergerá dentro de unos 10000 años.
                Uno de los grandes atractivos de Big Island es que tiene volcanes activos. En Big Island está el Parque Nacional de los Volcanes, con volcanes que llevan activos y erupcionando la tira de años. En este parque se pueden ver campos de lava variados, como uno que se tragó una carretera, o uno que durante unas décadas a partir de los años 50 formó un lago de lava que aún hoy está calentito, calentito en su interior. Hasta hace poco menos de un año, había lava que fluía directamente sobre el océano y que se podía ver mediante una excursión en barco. Esto debe de ser la leche, pero no tuvimos suerte. La única forma de ver lava en estado puro era mediante una excursión en helicóptero, pero en el periódico vimos que una pareja de recién casados había fallecido en un accidente de helicóptero el día de antes y decidimos no tentar a la suerte. Nos tuvimos que conformar con ver el reflejo de la lava incandescente sobre los gases que emanan de uno de los cráteres, lo cual es bastante impresionante de por sí.
                Aparentemente, en Big Island llevaban bastantes meses de sequía. De esto nos enteramos al segundo día de continua lluvia. Nos alegramos por los hawaianos, aunque a nosotros nos tenía fastidiados. Conforme fuimos ganando experiencia, aprendimos que en las islas suele haber un lado donde llueve siempre y otro donde no llueve nunca. Así que en seguida fuimos a la parte de la isla con mejor tiempo.

         Big Island tiene unos paisajes extraordinariamente variopintos. Hay selvas, volcanes, valles, montañas, acantilados, praderas donde pastan vacas (Hawái es el paraíso de las vacas), playas, desiertos. Fue en Big Island donde hicimos snorkeling por primera vez, incluyendo una excursión nocturna que nos permitió estar a menos de un metro de mantas-raya. ¡Una experiencia alucinante! En nuestros primeros pinitos, nos fascinaron los muchos peces de colorines. También se pueden ver muchas tortugas, en su mayoría tomando el sol en la orilla, sin preocuparse demasiado por lo que pasa alrededor.
Lidia cumplió uno de sus sueños, conducir un jeep. Era uno de esos modelos descapotables, pero no le quitamos la capota mucho porque nos daba miedo que se pusiera a llover de repente y que se nos mojara el interior mientras luchábamos con los mecanismos. Además, como íbamos de aquí para allá muchas veces con todo el equipaje, no queríamos ponérselo fácil a los cacos, que parece ser frecuentes en las zonas donde aparcamos los turistas.
En Big Island tuvimos también nuestro primer contacto con la cultura hawaiana nativa. Aprendimos que la cultura occidental no tuvo  idea de la existencia de las islas hasta finales del siglo XVIII. Cuando el hombre blanco apareció por allí, se encontró con un pueblo todavía en la edad de piedra, y que no conocía la rueda. Uno se puede hacer una idea gracias a las ruinas de templos y a algunos parques nacionales que están muy bien montados. ¿Su origen? Unos cientos de años antes, los primeros habitantes llegaron en canoa desde la polinesia, a más de 3000 kilómetros de distancia. El choque cultural con el hombre blanco fue enorme, y el colonialismo se desarrolló esencialmente como si no hubieran pasado 300 años desde el descubrimiento de América. Comerciantes, empresarios, misioneros, militares, todos hicieron de las suyas en Hawái, mientras la población nativa sucumbía a nuevas enfermedades y a nuevos vicios. En cuanto hizo falta, se hizo uso de inmigrantes como mano de obra, especialmente procedentes de Japón, China, Filipinas y Portugal. El mestizaje y la fusión cultural caracterizan la sociedad de Hawái de manera profunda, y de ahí se deriva, por ejemplo, la particular cocina hawaiana, que, cómo no, también disfrutamos como niños.
Las palabras hawaianas son complicadas de narices, pese a que las vocales son exactamente las mismas que en español. Casi cualquier intento de aprender el nombre de los sitios fue un fracaso. Sólo conseguimos memorizar el nombre del Dios de la desidia: Mela-Pela, que debe ser primo de Pele, diosa del fuego, el rayo, el viento y los volcanes (y que por lo visto tenía bastante mala leche).
En Big Island está una población llamada Kona, de la cual toma su nombre uno de los productos más valorados de Hawái: el café de Kona. Precisamente en los alrededores de Kona, el alojamiento estrella que tuvimos en Big Island fue un Bed and Breakfast regentado por un israelí súper particular, muy, muy majo. El sitio estaba en medio de un inmenso cafetal, con bananos, aguacates y maracuyás (lilikois). El desayuno fue una maravilla, tanto o más que los cuatro aguacates del tamaño de un melón que nos dio nuestro anfitrión. Recién caídos del árbol. Una maravilla de la que nos acordamos ahora cada vez que comemos un chuchurrío aguacate de supermercado.

Maui

                El 16 de noviembre, tempranico por la mañana, nos fuimos a Maui. Esta isla es mucho más pequeña que Big Island, y destila un ambiente más festivo, más de vacaciones. En la parte húmeda de la isla, hay multitud de cascadas de postal, en unos valles súper bonitos. Una buena manera de hacerse una idea es recorrer la carretera que va desde Kahului, la ciudad más importante de la isla, hasta Hana, una población mucho más pequeña al este de la isla. La carreterita se las trae, es súper estrecha y en muchos tramos sólo cabe un coche. Durante la ida, Lidia condujo con mucha precaución y exasperábamos, como buenos turistas, a los locales. A la vuelta, Lidia condujo con más confianza y asustaba a los propios locales. Muchas de las cascadas tienen su correspondiente poza donde es posible bañarse, con la ventaja de que el agua no está que te pelas de frío como en valles de montañas (aunque he de decir que tampoco estaba especialmente calentita, ni mucho menos). Nos bañamos en una poza que tenía vistas al mar. Impresionante. En esta parte del viaje, vimos árboles impresionantes y caminamos entre un bosque de bambú, con lo que a Lidia, como a buen oso panda, le entró hambre.
                Al ser una isla más vieja, los volcanes de Maui no están activos. La última erupción data de 1790. Y de hecho, lo que comúnmente se denomina el cráter del volcán más alto de la isla, el Haleakalā (“Casa del Sol”), no es un cráter sino un valle consecuencia de la erosión. Lo que mola es que dentro del valle hay mini cráteres resultado de pequeñas erupciones volcánicas posteriores. Este es el entorno del Parque Nacional Haleakala. Algo que recomendaba la guía era subir a la cima del volcán para ver amanecer. Afortunadamente, hay carretera hasta la cima, probablemente porque hay instalados un montón de telescopios que se aprovechan de la claridad del cielo de Hawái para estudiar el firmamento. Para eso y para acomodar a las hordas de turistas que van a ver el amanecer. Nos tuvimos que despertar a las cuatro y media para asegurarnos de que llegábamos a tiempo, y aun así llegamos con el espectáculo ya empezado. En el momento exacto en que comienza a aparecer el sol, una mujer nativa comenzó a cantar en hawaiano, lo cual fue un momento un poco “Rey León” pero a la vez muy, muy especial. Ciertamente, fue una experiencia maravillosa. Y más maravilloso fue cuando, una vez de día, la mayoría de los turistas se marcharon a continuar durmiendo y nosotros hicimos senderismo por el interior del cráter, de una belleza cautivadora. Mil y un colores se mezclan en un paisaje desértico y agreste. El paseo se las trajo, porque para acceder a la base del cráter hay que superar un desnivel de 800 metros, que a la vuelta, con todo el cansancio acumulado, hay que subir. Además, Lidia iba con una moto y me llevaba con la lengua fuera. Hay una especie de planta súper chula, el silversword, que sólo crece aquí.  Aquí también observamos de cerca a los nenes, el pájaro emblema del estado de Hawái, que viene a ser parecido a un pato.
                En Maui tuvo lugar el momento más destacado del viaje. Estábamos en una playa, no muy a gusto por causa del viento, cuando de repente aparece frente a nosotros una modelo en bikini a la que un fotógrafo parecía estar haciendo un reportaje. La cosa fue subiendo de tono y al final la chica acabó en top-less (algo súper exótico en los EEUU) y haciendo gestos guarrillos a la cámara. Fue súper divertido.
                El último día en Hawái lo dedicamos a descubrir playas maravillosas y a hacer más snorkeling en unos lugares alucinantes. Yo, que soy más bien de secano, jamás podría haber predicho lo impresionante que me podría llegar a parecer ver las decenas de variedades de peces hacer su vida entre corales maravillosos. Y todo eso a escasos metros de la playa. Muy, muy bonito.

                El 21 de noviembre regresamos a NY, completamente enamorados el uno del otro, y también de unas islas en las que no nos importaría vivir. Esperamos poder regresar en algún momento de nuestras vidas, y, si no habéis estado, os animamos a que las visitéis. No tienen desperdicio.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Reportaje de la boda


 Da igual que la Duquesa de Alba haya intentado robarnos protagonismo: la nuestra sigue siendo la boda del año y este, el reportaje más esperado. Nos ha tomado un poco de tiempo, pero ya está aquí. El reportaje se complementa con unas fotos y un montaje preparado por Martin J. Bentsen, el fotógrafo.

El 15 de Octubre de 2011 nos despertábamos a las 7 de la mañana en nuestra habitación del hotel Parker Meridien. Mientras la novia se iba a la peluquería a adecentarse, el novio se iba a casa a ponerse reguapo y a desayunar bollería fina. Logísticamente, la idea del hotel estuvo muy bien, porque tres personas poniéndose de punta en blanco en nuestro apartamento son demasiadas, sobre todo teniendo en cuenta que una de ellas tenía que ponerse un vestido de novia que, además, no quería que viera el novio. Como veis ahora y comprobaréis a lo largo del relato y en las fotos, nos pusimos algo más tradicionales de lo predicho con esto de la boda.

El día nos salió soleado y precioso, pero con un vendaval monumental. Las 2 horas y media en la peluquería quedaron un poco deslucidas, pero aun así mereció la pena irse al instituto AVEDA e interaccionar con los estudiantes que te peinan y maquillan.

Como no podía ser de otra manera, todo fue con retraso. El plan era empezar la ceremonia a las 12.30. A las 11.40 la novia estaba todavía llegando al hotel. En cualquier caso, la complejidad de ponerse un vestido de novia está sobrevalorada. Medias, vestido, pulsera, pendientes, colgante, “mamá guárdame estas cosillas en tu bolso”, “el ramo, ¿dónde está el ramo?”, “hija no, esos pendientes no, ponte estos”, “estos están bien, están bien”, zapatos y ale, a la calle que el coche ya nos cobra sobrecargo por habernos esperado un cuarto de hora. Y por supuesto, atasco para entrar al puente de Brooklyn. Da igual, la novia va tarde, pero el novio, los invitados y el fotógrafo también. La mitad de las calles del downtown están cortadas.

Mientras tanto, el novio se ha vestido sin más complicaciones que tener que decidir qué chaleco y corbata ponerse, si el que venía con el smoking de alquiler o el que su amigo Emilio llevó en su propia boda. La solución, sin embargo, fue sencilla. Dado que ni el novio ni su madre saben anudar una corbata, hay que optar por la opción fácil, la del conjunto de alquiler, que se deja de nudos y emplea un enganche de lo más práctico.

12.30 y la novia está llegando al Brooklyn Bridge Park después de haberle indicado al conductor, que no tiene la más remota idea, cómo llegar hasta allí. Debido al viento ha habido un pequeño cambio de planes. En el Promenade (muelle que da directamente al río y a unas vistas preciosas) no hay quien se sostenga, así que, después de unos momentos de deliberación en la que los invitados finalmente hacen entrar en razón al novio, la party se sitúa en la zona del parque donde la página web dice explícitamente que está prohibido hacer ceremonias. Pero como somos un grupo pequeño (9 personas y un bebé), el Ranger nos da el visto bueno. Ya sólo hace falta que la novia se entere de a dónde tiene que ir, algo de lo que se encargan la madre del novio y María Luisa.

Al salir del coche el viento se lleva por los aires el vestido y los pelos de la novia. Da igual, hace un día precioso. El lugar elegido es inmejorable.

La ceremonia la oficia nuestro amigo Sebastian, el único americano de la reunión. Así que Miguel hace los honores de traducir para los allí presentes. Nos acordamos de José Luis, Sara, Mónica, Iván y Alejandro que no han podido venir. Hay lágrimas, risas y sensación de “¡qué raro es todo esto!”. Emilio y María Luisa leen el Cantar de los Cantares 8, 6-7, Jorge un poema de su padre. Los votos hacen llorar tanto al novio como a la novia y también a alguno de los presentes. 20 minutos más tarde de haber llegado al parque nos declaran marido y mujer. Se besan los novios. Caen arroz y pétalos de rosa, a pesar de que Aurora, que era la encargada en un principio, se está echando la siesta del año. Abrazos y besos. Llamamos al padre del novio. Todos somos muy felices.

De pronto, hay que posar para las fotos. Ese extraño momento en que, pese a todo, hay que parecer natural. Unas fotos aquí, ahora nos vamos allá. Cara de velocidad por el viento. Los pelos, vestidos y corbatas danzando por los aires. Lo mejor, subirnos al Jane’s Carousel y hacernos fotos allí. Eso sí, todo muy rápido que la reserva para comer es a las 14.30 y sólo tenemos la limusina reservada hasta esa hora. Por supuesto, hay atasco en el puente de Brooklyn para regresar a Manhattan: Aurora, la pobrecita, está que se marea (riesgo de potita sobre la comitiva, vestida toda ella de punta en blanco) y el conductor está estresado porque llega tarde a su siguiente compromiso.

Comemos en Gigino, un restaurante italiano situado en el Wagner Park con unas vistas preciosas de la Señora Libertad. Es una pena que el viento nos impida comer al aire libre, pero la mesa está situada frente al ventanal y seguimos pudiendo disfrutar de las vistas. Como en toda buena boda nos cebamos. El vestido aprieta cada vez más y respirar comienza a ser una tarea complicada. Es en el restaurante donde hacemos todo el papeleo legal, firman los testigos y Sebastian da el visto bueno. Si lo hubiéramos hecho en el parque, seguro que los papeles se habrían volado y ahora estarían en el mar.

Para bajar la comida damos un paseo por el Wagner Park, pero otra vez comienza a hacerse tarde. Son las 5.30 y aún tenemos que pasar por el hotel para recoger unos adornos y preparar la sala donde tendrá lugar la fiesta a las 7. “¡Taxi! ¡Taxi!”, padres de la novia, novio, novia y vestido se suben a un taxi amarillo para ir al hotel y otro para ir al Gin Mill, el bar donde se encuentra la sala Speakeasy donde la gala tendrá lugar.

Una vez instaladas las luces y las velas, empiezan a llegar los invitados. Bebidas, abrazos, comida, risas y algunos bailes. Así hasta las 10.30 de la noche. La sala estaba reservada de 7 a 10. A las 10 la cosa está en el momento álgido. Lamentablemente hay otro evento en la sala a las 11, por lo que no pueden dejarnos más tiempo. Vamos matando la fiesta poco a poco cambiando la música a algo más aburrido. A las 11 ya hemos desalojado. Agotados volvemos a nuestra habitación del Parker Meridien, cuyo disfrute debemos agradecer a nuestros amigos Emilio, María Luisa y Aurora. Al día siguiente tenemos “late check-out”, lo cual nos permite disfrutar del hotel hasta las 14.30. Unos largos y una siestecilla en la piscina del ático del hotel con vistas impresionantes a Central Park ponen el colofón perfecto a una boda que hemos disfrutado como enanos.

Un par de semanas más tarde, recibimos el certificado de boda, prueba de que es cierto que nos hemos casado y que hicimos todos los papeles como debíamos. Ahora sólo queda la aventura de convalidar el matrimonio en el consulado español, lo que promete ser otra interesante aventura.

lunes, 17 de octubre de 2011

Just married!!!

Aquí os dejamos un par de fotos prueba de nuestro enlace. Estad atentos al blog, porque pronto colgaremos un reportaje más completo. Muchas gracias a todos por vuestras felicitaciones y buenos deseos.



jueves, 15 de septiembre de 2011

Jorgidia getting married

Jorge is about to get hitched! Lidia made it! 11 years of pretending she didn’t care finally paid off and Jorge got down on one knee and proposed. Yeah baby!

Jokes aside, the fact is that on October 15th we are getting married. Some of you have asked us what wedding present we would like. We can’t stop insisting that the only thing we want is somehow sharing this moment with you (people overseas, have patience! We’ll be celebrating with you anytime!). But if you still feel that you need to get us a gift, here are some ideas:
  • A performance or anything else made by you (song, dance, poems, music piece, stand-up comedy, strip-tease… whatever you want to do for us and the rest of the people at the party).
  • Your help for decorating the party space.
  • Time out from work so that we can go on a Honeymoon trip.
  • Taking us in your car to a hiking trip.
  • A small donation to your favorite NGO: Amnesty International, Save the Children, Doctors without Borders, Fountain House, or any other one you like. 
  • Amazon gift cards. 
  • Tickets: movies, theater, ballet, opera, sports, exhibitions… (It’d be great if you came with us!). 
  • Restaurant gift cards.
We hope you'll have a great time as we will!
Love you all!
Jorge and Lidia

miércoles, 10 de agosto de 2011

Un día extra en Nueva York

(Scroll down for English)

Llevada por mis aficiones interpretativas y porque esta es la ciudad del cine, me apunté para participar como “extra” en una película. Para mi sorpresa, me llamaron y me pidieron que fuera para una escena en una galería de arte del Lower East Side.

La película se llama “Keep the lights on” y la dirige Ira Sachs. El plan, según me pareció entender, es que salga a finales de año. Aunque supongo que nuca se sabe. La cuestión es que yo os la recomiendo a todos. No porque tenga muy buena pinta, que la tiene, sino porque es posible que me veáis un mechón de pelo en alguna escena.

Mi día, se suponía, empezaba a las 8.30 de la mañana, madrugón mediante. Lamentablemente, no miré mi móvil antes de salir de casa. Si lo hubiera hecho, me hubiera enterado a tiempo de que la cosa se había retrasado a las 10. A la nueva hora, pues, me planto en el lugar acordado y me recibe Jason, un chico que alguien describió como “flaquito y lleno de colores”, lo cual me pareció una de las descripciones más acertadas y entrañables que he escuchado. Jason me llevó hasta el lugar donde maquillan a los actores y donde a los extras nos indicaron cuál de los modelos que traíamos era más adecuado. Esto tuvo lugar en un bar donde resultó que ya había estado una vez (Clandestino) y que regenta una antigua profesora mía de baile. Una vez listos, a esperar en la puerta de la galería donde se rodaba la escena, bajo un toldillo y rodeados de fruta y chucherías varias. A veces llamaban a gente concreta a que pasara a rodar. En un momento dado nos indicaron que pasáramos los que todavía no habían “usado”. Esto a mí me sonó fatal, pero parece que es el lenguaje del mundillo. Finalmente, escogieron a dos y el resto nos fuimos rechazados y con las orejas gachas. Al final, nos hicieron pasear por la calle a los que quedábamos. Yo, en concreto, tenía que entrar en la galería y bajar las escaleras. Tras otra escena en la que también teníamos que andar por la calle, nos apuntamos a la siguiente que se grababa en otro lugar para seguir paseando por la calle. Muy variado mi papel, como podéis ver. Os parecerá trivial, pero caminar con naturalidad cuando a uno se le pide que camine con naturalidad a es para mí toda una hazaña. Os reto a hacerlo. Miedito tenía yo de sobreactuar.

Siendo objetivos, ser extra puede resultar de lo más aburrido. La mayor parte del tiempo te lo pasas esperando en la calle, a la caló y junto a la peste a basura, que va y viene según la brisa, a que “te usen” (¡degradante!). Aun así, ¡yo me lo pasé pirata! Además, todo el mundo era encantador.

Una de las cosas más interesantes, creo yo, es observar el proceso creativo (AVISO: este es mi momento pedante). Ver cómo un director tiene una idea en la mente y da las instrucciones necesarias para que esa idea tome forma es fascinante. Como espectadora ingenua, me ha impresionado cómo una imagen vista simultáneamente al natural y encuadrada en una pantalla una vez que ha pasado por la lente transmite sensaciones totalmente diferentes. A muchos de vosotros estas cosas no os sorprenderán (sobre todo porque muchos tenéis más experiencia que yo), pero yo parecía una niña pequeña aprendiendo a caminar. He disfrutado como una enana (quedan aquí a huevo chistes sobre mi persona).

Por supuesto, esto va a mi currículum artístico, pero sobre todo, y más importante, a mi bagaje vital.


An extra-day in New York City

Since I have some acting aspirations and this is the capital of film, I applied for an opportunity to be an extra in a movie. Luckily enough, they called me back and asked me to take part in a scene that took place in an art gallery in the Lower East Side.

The title of the movie is “Keep the lights on”, by Ira Sachs. If I understood correctly, the idea is to get it out at the end of the year. But hey, you never know… I totally recommend it. Not because it looks like it’s going to be a great film, what it does, but because you might be able to see me as a blur in some scene.

My day was supposed to begin at 8.30AM, which for me meant waking up really early. Unfortunately, I didn’t check my cell before leaving home. Had I done that, I would have realized “call time” had been changed to 10AM. After killing time at a café, I showed up at the new time at the set-up place, where I was welcomed by Jason, a guy who somebody described as “skinny and full of colors”, which is one of the sweetest and most appropriate descriptions I’ve ever heard. Jason led me to the place where actors get prepared and extras are told which of the outfits they´re bringing is better. This happened to take place at Clandestino, a bar where a previous dance teacher of mine is the assistant manager. Once ready, we had to wait outside the gallery where the scene was being shot, under a tent where there were tons of fruits and crackers. Sometimes they took some of the extras to shoot different parts of the scenes. At some point they told to get in all of us who hadn’t “been used, yet”. This sounds kind of humiliating, I have to say, but it looks like it’s the language in the field. Anyway, most of us had to leave feeling sad and rejected. Finally, we had to walk on the street. At some point I had to get into the gallery and go down the stairs. Later, we shot another scene where we had to walk on the street, again, and then we moved to another location to keep walking on the street. Very exciting, you might think. It may seem easy to walk naturally when you’re told to do so. However, I found it terribly challenging and was constantly afraid of overacting.

Objectively, being an extra can be considered quite boring. You spend most of the time in the heat next to the sewage odor that comes and goes with the breeze waiting to “be used” (so degrading!). Whatever! I had a blast! And everybody was extremely nice.

In my opinion, one of the most interesting things to watch is the “creative process”. (ALERT: I’m having a presumptuous moment!) I find fascinating how a director has an idea formed in his head and gives the instructions for it to be born. As a naive spectator, I was very impressed to experience how a specific image observed with the naked eye and through the camera lens produces completely different feelings. Most of you are probably not surprised by this (essentially because many of you have more experience than me), but I felt like a toddler learning to walk. It’s been great!

This experience is already included in my artistic CV, of course, but most of all, it belongs to my baggage now.

domingo, 17 de julio de 2011

4 de julio en Cape Cod, o el “Cabo Bacalao”

Los Reyes Magos tuvieron a bien regalarme este año un viaje sorpresa durante el puente del 4 de Julio. Para ello, encargaron a una paje, que se parecía enormemente a Lidia, que me guiara hacia el lugar de destino. Anteriormente debía de haberme preparado equipaje que contuviera bañador, toalla y algo de abrigo por si hacía fresco. ¡El destino debía de incluir playa! ¿Pero dónde?
Tempranico por la mañana nos desplazamos hacia el aeropuerto de La Guardia en nuestra línea favorita de autobús, el M60 (asociada a tantos buenos momentos de viaje). Y yo pensé que esta vez la cosa también incluiría un desplazamiento en avión. ¡Pero al final, no fue así! Los RRMM habían alquilado un coche en las oficinas del aeropuerto. ¡Más pillos, ellos…! Al final, descubrí que nuestro destino sería Cape Cod, en el estado de Massachusetts (al noreste de Nueva York). Hasta ese momento, conocíamos del cabo pocas cosas: que era un sitio de veraneo típico americano, que se pueden ir a ver ballenas y que era el lugar de origen de uno de nuestros concursantes favoritos de la pasada edición de La Bachelorette, Chris. Por lo visto, el clan de los Kennedy también veranea aquí, al igual que la mitad de la ciudad de Boston.
El viaje fue algo más largo de la cuenta, como consecuencia de la “exit operation”. Fueron siete horas (el viaje normal duraría algo menos de cinco) que acabaron con el Tom Tom haciéndonos el lío para que no encontráramos nuestro hotel, situado a las afueras de Hyannis. De camino, nos desviamos por carreteras que pasan por pueblos de gente con mucha pasta. Ese día, sábado, no pudimos hacer mucho más que ir a cenar a un restaurante donde les llevó una eternidad servirnos mientras nosotros nos íbamos congelando poco a poco con la rasquilla que traía la noche. Yo, por hacer lo típico, me comí la primera langosta de mi vida. Digamos que la amputación de exoesqueletos con artilugios de metal no es lo mío.



Al día siguiente fuimos a la búsqueda de las hermosas playas del cabo, en nuestro camino hacia Provincetown, la ciudad más remota, un paraíso para gays y bohemios por igual. Nos quedamos con la boca abierta observando grandes mansiones con accesos directos a las playas. Como no podía ser de otra manera, no nos decepcionó la visita al Parque Nacional de turno, en donde un Ranger nos recomendó una playa que estaba casi desierta. Allí nos tumbamos a la bartola un rato. Por supuesto, aprovechamos para leer sobre temas de actualidad. También visitamos el lugar donde en su día se erigieran las torres de comunicaciones que usó Marconi para la primera comunicación sin cables a través del Atlántico. ¡Sitio mítico donde los haya en donde, sin embargo, no había red wifi a la que engancharse! ¡¡Decadencia!!



Provincetown estaba de fiesta. Es una ciudad encantadora en la que ninguno de las oportunidades hosteleras pertenece a una gran cadena. Nos dimos un buen paseo de punta a punta de la ciudad, viendo como la gente disfrutaba de la buena temperatura en bares y restaurantes al aire libre. Nuestra cena, sin embargo, nos esperaba en Hyannis, en un restaurante brasileño. Y es que, por extraño que parezca, en Cape Cod el 90% de la inmigración es de Brasil. De hecho, el día anterior habíamos estado aprovisionándonos en un supermercado brasileño, donde vimos la mayor selección de galletas María existente en Norte América. Nos dimos un buen banquete a base de carnes varias, pero prueba de nuestra madurez, al final no necesitamos ni una manzanilla pese a tratarse de un buffet libre.



Al día siguiente tocaba ya volverse a Nueva York, y había que optimizar la jornada pensando en la “return operation”. Curiosamente, la mayor parte de la gente parecía haberse ido ya, pues las carreteras no estaban muy llenas, las calles, tampoco, etc. ¡Horarios incompresibles de los americanos! Así que fuimos a otra playa, de nuevo a estar ahí tirados. Tuvimos un conato de bañarnos, pero la baja temperatura del agua y la violencia de las olas nos mantuvieron a raya. Y luego, el verdadero regalo de los reyes llegó como llega la traca final. ¡Jugamos al mini golf en una Cueva de Piratas! ¡Cómo saben estos sabios de oriente!


Con la satisfacción de haber aprovechado al máximo los días en Cape Cod, regresamos al caluroso Nueva York en un taxi que nos enseñó rutas para llegar a casa que jamás habríamos sospechado.

lunes, 9 de mayo de 2011

Electric Dad

El pasado 5 de mayo se estrenó en el Aaron Davis Hall (Theater B) la obra “Electricidad”, de Luis Alfaro. Para mí, lo excepcional de este estreno es que yo formaba parte del elenco.

El departamento de teatro de City College of New York realiza semestralmente varios montajes teatrales, algunos dirigidos por estudiantes y otros por profesores. Todo el proceso está entendido para generar una experiencia para los estudiantes lo más parecida a lo profesional. Éstos se encargan de las luces, el sonido, la asistencia en vestuario, dirección de escena, ayuda de dirección, ayuda de dirección de escena y todas las demás cuestiones técnicas de una producción teatral. Los estudiantes que participan en la revista de la universidad te hacen entrevistas y otros se encargan del cartel anunciador. Quien quiera actuar en las obras tiene que pasar por una audición. Normalmente, se presentan estudiantes de teatro o aquellos que tienen asignaturas en el departamento. Pero son audiciones abiertas a todo el mundo, así que allí que me planté yo el pasado 3 de febrero, ¡con un par!

Para mi sorpresa me llamaron para volver a hacer una prueba en dos de las obras. A la salida de ambas no tenía yo muchas esperanzas de nada: en una me salió fatal la prueba y la otra era una obra de latinos en la que yo no creía que iba a encajar en absoluto (sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los que estaban allí daban el perfil, al menos físico, mucho más que yo). Pero, ¡oh sorpresa! parece que estaba equivocada y me cogieron para hacer de Abuela, en una adaptación chicana del mito de Elektra.

El 21 de marzo empezaban los ensayos: de lunes a viernes de 6 PM a 10 PM. Período intensivo que ha acabado con las representaciones los pasados 5, 6 y 7 de mayo. Las críticas se las tenéis que pedir a los espectadores. Yo sólo puedo decir que para mí ha sido una experiencia inolvidable. He conocido a gente fenomenal (y con mucho talento), mi inglés ha sufrido un empujón bestial, he tenido la oportunidad de trabajar un director excepcional con el que he aprendido muchísimo y he vuelto a hacer teatro, que ya tenía mono. A esto hay que añadir que he llevado el modelo más sexy que he llevado en la vida. Habré hecho de Abuela, pero he enseñado escote a muerte. En una de las representaciones hasta se me ha salido un pecho, a lo Sabrina (o aquí Janet Jackson) pero con sujetador.

Como colofón a las representaciones nos fuimos a celebrarlo todo el grupo junto y acabamos en una fiesta de una fraternidad. No había visto tanta proporción chico/chica desde la única vez que fui a una fiesta de colegio mayor, ¡tiempo ha! Así que no sólo he vuelto a las tablas sino también a las fiestas universitarias (y he constatado que sigo siendo la misma pardilla que era en aquella fiesta de colegio mayor). Esto ha supuesto, además, un cursillo avanzado en reggaetón. ¡Experiencia completa!

Electricidad
A Chicano take on the tragedy of Electra
By Luis Alfaro

Directed by Rob Barron
Set Design by Ken Larson
Costume Design by Mary Myers
Lighting Design by Brian Aldous
Stage Manager Rosa María Prado

CAST

Electricidad - Diomargy Nuñez
Clemencia - Kimberly Alvarado
Ifigenia - Narolyn Méndez
Abuela - Lidia Prieto
Orestes - John Calero
Nino - Rommel Tolentino
La Carmen - Desiree Rosado
La Connie - Alexandra Krasnovsky
La Cuca - Dion Davis

STAGE CREW

Assistan Stage Manager - Dunstan Wallace
ASM/Assistant Director - Donzell Evans
Light Board Operator - Kellie Malone
Sound Board Operator - Dion Sadler
Stage Hands - Deshawn Wyatte, Roberto Guzmán, Alexandra Constantine
Wardrobe - Tiffany Roma, Christian Bravo, Emelin Henríquez
Video footage shot and edited by Vijay Nazareth

Y más gente que no he llegado a conocer...