lunes, 11 de enero de 2010

Road test #1


El día 5 de enero de 2010 hice el examen práctico de conducir para sacarme el carnet de aquí. Para ahorraros desde el minuto cero el mínimo suspense que se haya podido generar, os diré que he suspendido. Para mí, que siempre he sido una empollona, esto es un trauma considerable. No es que no haya suspendido nunca: corría el año 1991 cuando suspendí por primera vez un examen, que resultó ser de religión (una pecadora, eso es lo que soy). Pero esta es mi primera recuperación. Y, lamentablemente, no tengo ningún tipo de explicación aceptable.

El día empezó bien: un frío intenso, de esos que causan dolor físico, y un sol radiante. “Perfecto” pensé yo “no tendré que hacer el examen con condiciones meteorológicas adversas”. Para ir a hacer el examen hay que ir con coche propio y con alguien con un carnet que vaya contigo. Alquilé el coche de una autoescuela con profesor incluido. Para calentar motores, contraté también una clase anterior al examen. Así que nada, para Staten Island que nos fuimos. Este es el sitio donde parece ser que es más fácil aprobar en todo Nueva York (un 80% de aprobados, no como en Brooklyn, que hay un 80% de suspensos). Conduje maravillosamente hasta allí (porque, en realidad, soy una magnífica conductora) y empezamos a practicar en una zona residencial. “El examen son exactamente 7 minutos”, nos dijo el profesor de autoescuela a mí y a otro chico que también venía a examinarse. Concretamente, se trata de dar la vuelta a la manzana, es decir, cuatro cruces con o sin STOP, aparcar en línea (siempre detrás de un coche y sin ningún coche detrás de ti) y un cambio de dirección de tres puntos. La primera frente: al aparcar no se puede tocar el bordillo. Estaréis de acuerdo conmigo en que esta es una regla absurda. Bueno, pues es preferible quedarse a tomar morcilla; tocar el bordillo es un suspenso automático. Así que empezamos a practicar y yo cada vez más nerviosa, siempre quedándome lejísimos o haciéndolo fatal. Esto hizo que para cuando llegara el momento de hacer el examen estuviera de los nervios.

Acabada la clase el profesor cogió el coche y nos fuimos al “centro de exámenes”. El centro de exámenes consiste en una calle donde una señal minúscula indica que es ahí donde tiene que pararse uno. La calle tiene: a un lado un edificio cutrísimo que, aparentemente, es un gimnasio, y al otro lado un descampado donde habita una especie de hotel recién construido pero ya abandonado. Tú plantas el coche en la fila de coches y esperas a que te toque turno. Los examinadores (todo mujeres menos uno) están en sus coches esperando a que llegue gente para examinar. Cuando están en el descanso, se les ve comer o tomar café dentro del coche. No hay ni una mísera marquesina para que el profesor te espere mientras te examinas (porque uno va solito con la examinadora). Así que, llueva o nieve, te tiene que esperar a la intemperie. Igualito que el centro de exámenes de de DGT en Móstoles, vaya. El profesor nos dijo que hay sitios peores, como uno que es una calle debajo de un puente.

Pues allá que me meto en el coche con la examinadora y me pongo ya a temblar pensando en el momento en que tenga que aparcar. Durante el examen la examinadora me dijo que fuera más despacio, luego que tenía que tomar las curvas más despacio y finalmente, que aparcara. Allá que me pongo a aparcar. Otro detalle a tener en cuenta es que uno sólo puede ir hacia atrás y rectificar hacia adelante una única vez. Así que, cuando termino, me doy cuenta de que mi coche sobresale medio metro respecto del de delante. Pero oye, no he tocado el bordillo. La examinadora, que a pesar de su cara de mala uva debe ser una cachonda, abre la puerta del copiloto para indicarme que me he quedado lejísimos de la acera. Y yo mirando con resignación el medio metro que quedaba entre la acera y mi coche. Finalmente, me dice que siga. Total, que me dispongo a dar marcha atrás y veo que el coche no se mueve porque la examinadora está pisando el freno. ¿Por qué? Porque en lugar de la marcha atrás está puesta la marcha de “tirar pa’lante”. Este debe ser un error que no he cometido ni una vez en todo el tiempo que he estado alquilando coches automáticos aquí. Pero como soy un poco panoli, decidí que este era un buen día para cometerlo. Así que nos volvemos a la calle de exámenes tras 4 minutos escasos de examen porque el hecho de que la examinadora toque el pedal es suspenso automático. De una maquinita saca un ticket y me bajo del coche con el rabo entre las piernas. Mi profesor y el otro chico con mirada incrédula y yo con una cocida monumental.

En el camino de vuelta, ya conduciendo mi profesor, echo un ojo al ticket. Aquí es donde se indican los fallos que ha tenido uno durante el examen. Uno parte de cero puntos y, según te vas equivocando, te añaden puntos. 30 puntos ya es un suspenso. Bueno, pues resulta que en un examen de 4 minutos, incluyendo aparcamiento, he sumado 65 puntos. Personalmente creo que esto es físicamente imposible. Para mi escarnio público, aquí os dejo muestra de los fallos que tuve. Pero vamos, un par de cositas sí que le iba yo a discutir a la examinadora de las pelotas.

Eso sí, estoy orgullosa de decir que cuando suspendo, suspendo bien. Nada de un 4.8 que te deja con la miel en los labios. No, no... El examen de religión ese de 5 de E.G.B. lo suspendí con un 2 y dado que 65 puntos son más de dos veces 30 y contando el “toque de pedal” de la examinadora, este suspenso vale por 3. Si no puede uno destacar por bien, al menos dejar huella por mal.

En dos semanas tengo otra oportunidad. Lo veo negro, muy negro, porque esta vez no voy ni a tomar clase. Así que estoy a ver si me supero y sumo 90 puntos, para ya dar la vuelta al ruedo.

4 comentarios:

Paciente Anónimo dijo...

Para tu consuelo, te diré que yo siempre he pensado que conducías como el culo, de modo que no me extraña lo más mínimo tu suspenso. Tómatelo como una oportunidad de mejorar. A ver si aprendes de Jorge.

P.D.: Es bromita. ¡Ay, mi pobre Lidia! Los americanos no ienen ni puta idea de conducir; por eso la gente que sabe supende. Pero tranquila: a la próxima seguro que apruebas.

Pep dijo...

Fails to observe, fails to anticipate potential hazards, poor steering,...

te dejaste las gafas en casa, o no te dieron el par de cojines que te faltaban para estar a la altura?
:D

Suerte para la próxima!

Pep

Anónimo dijo...

No pasa nada. Te lo dice una experta en suspender exámenes de conducir. Al final, creo que se apiadaron de mí, por mi estado de buena esperanza, temían que diese a luz en pleno exámen.
Un ánimo muy grande. Y a por ellos.
Rosa

Anónimo dijo...

No tengo palabras, se me acaba de caer un mito. ¡¡Pero Lidia, cómo me hacéis esto!! Con qué cara le digo a mi peque cuando tenga edad escolar y entre en fase adolescente-gandula: "estudia y haz como tus tíos que nunca han suspendido nada".
No has tenido en cuenta las consecuencias de este suspenso.
Tremendo, catastrófico... el fin de una era.
Zaraprimadestrozada