domingo, 1 de junio de 2008

Los commencements

Con ese palabro tan raro, los estadounidenses se refieren al acto de graduación de los estudiantes universitarios. Seguramente tendréis en la retina imágenes, normalmente de películas de Hollywood, en la que unos postadolescentes con togas y birretes lanzan estos al aire. Pues eso es el commencement. Algo que, en España, no se estila demasiado, aunque me consta que poco a poco se va introduciendo en las costumbres patrias. Nosotros hemos llegado a Nueva York justo al final de curso, y ya desde el primer día vimos en el campus de Columbia que se cocía algo, pues no paraban de montar y desmontar gradas, carpas y accesorios de celebración varios. Poco a poco, nos fuimos dando cuenta de que aquello eran, precisamente, los preparativos del commencement. En estas líneas os contaremos como son las respectivas ceremonias en Columbia (hogar laboral de Jorge) y en el City College (ídem de Lidia).

Columbia

Como os decía, la curiosidad de ver como engalanaban el campus de Columbia hizo que me interesara por la ceremonia en cuestión, que pronto supe que llevaba por nombre commencement por los numerosos carteles que lo anunciaban (qué listo yo, ¿verdad?). Aprendí que cada facultad o escuela (aquí son college, school o faculty, sin que todavía entienda bien cuál es la diferencia) tiene sus propios actos de graduación particulares, pero que el día del commencement se juntan todos los alumnos de la universidad que se gradúan en un acto multitudinario. Al mismo, no es fácil acudir a no ser que seas estudiante, familiar o profesor. Yo tuve la suerte de que el hijo de mi jefe se graduaba este año, y le sobraban invitaciones, así que me fui para allá. Era impresionante ver como todo el campus se iba llenando de estudiantes, todos de azul (he de reconocer que el color es bastante feo), súper uniformados. Según la escuela, llevaban además algún distintivo. Por ejemplo, los graduados en estudios generales portan una banderita de cuadros blancos y negros (la típica de “llegada a la meta”), mientras que los arquitectos llevan martillos inflables enormes. Una horteradilla, vamos, pero con bastante gracia.

Ciertamente, el campus, que ya de por sí es bonito, adquiere un aspecto sobrecogedor, pues se llena hasta los topes de gente. Creo haber leído que fácilmente puede haber como unos 40000 asistentes. Eso sí, el acto en sí es un poco aburrido, para que nos vamos a engañar. Y si no tiene el gancho de que sea tu primera vez, de que tú te gradúes, o de que lo hagan tus hijos, pocas personas creo que lo quisieran presenciar así sin más. El acto comienza con la entrada en escena de los estudiantes. Todos los de una misma especialidad desfilan juntos. Después, comienzan las procesiones de los profesores, y el PAS (el famoso Personal Administrativo y de Servicios), que aquí se denominan officers. Finalmente, marchan los miembros del University Senate, los decanos, alumnos y profesores premiados y, finalmente, el Rector (que aquí es el President). Todos estos personajes van con atuendos coloridos, distintos según el cargo que ostenten. Cuando ya está todo el mundo en su sitio, empieza el acto con el himno estadounidense interpretado en directo. Fue mi primera vez, muy emocionante.

Luego, el President soltó su speech que ya me hizo presagiar que pasaría por momentos difíciles a lo largo de la mañana. Un sol de justicia acompañó el nombramiento de siete doctores honoris causa y cinco premios a la excelencia en la enseñanza, de todos los cuales se enumeraron los méritos. Después de algunos premios más, se llegó a la parte que me pareció más graciosa, y es que los decanos de todas las facultades, uno por uno, se van dirigiendo al Rector diciéndoles las bonanzas de todos sus alumnos aspirantes a graduarse, y pidiendo que les conceda el correspondiente título con una expresión protocolaria del tipo “todos estos alumnos han superado con éxito las exigentes pruebas a las que sus profesores les han sometido, y por eso le pido que les conceda, con todos los derechos, deberes y privilegios que este conlleva, el título de tal, tal, tal”. Los alumnos de medicina, además, hacen el juramento hipocrático. Pues bien, las primeras dos solicitudes de los decanos resultan pintorescas. Ya, cuando llevas dieciocho, deseas que, por Dios, les den el título ya de una p... vez. El acto finaliza con la interpretación del himno de Columbia, sobre una pieza de Franz Josef Haydn. Si alguien se ha quedado con interés de ver más y mejores fotos, puede visitar el link
http://www.columbia.edu/cu/ceremonies/commencement/slideshow/slides.html.

Aprovecho también estas líneas para deciros cuál es el signo distintivo de la Universidad de Columbia. En ella, TODOS los estudiantes hacen primero dos años de estudio de los autores clásicos, para luego ya entrar en sus respectivas materias. Nos contaron también que, en los últimos tiempos, también tienen que estudiar obligatoriamente unas asignaturas de ciencias, y que esto está creando muchos problemas entre los estudiantes de letras. ¡Qué pasada, dos años estudiando a Virgilio, Homero, Sófocles, Esquilo...! Eso sí, ¡a 25000 dólares al año!

City College

Después de presenciar lo que se cocía en Columbia y de que Jorge me enseñara las fotos, me preguntaba yo si no tendría lugar un evento similar en el City College. Efectivamente, así era, el día 30 de mayo era la fecha señalada para llevar a cabo el mismo. Sin embargo, yo no veía más que un cartel anunciador, pero ni un sólo preparativo.
Llegó el día 30 y como surgidas de la tierra por arte de magia había colocadas una carpa y un montón de sillas como lugar donde se iba a llevar a cabo la graduación (o commencement). El campus del City College es bastante bonito, pero no tiene ese glamour de Columbia. Carece de ese edificio espectacular que es la antigua biblioteca con una estatua emblema de la universidad llamada “Alma Mater”. Además, el City College es sólo uno de los múltiples campus de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), o sea, que en esta graduación, el número de personas que se gradúan es muy inferior al de toda la Universidad de Columbia. Todos estos factores le restan bastante espectacularidad al acto. Por otra parte, debo decir que las túnicas eran de bastante mejor gusto: los graduados del City College visten un discreto pero elegante color negro. Además, anda por allí la policía del campus con uniforme de gala. Todos la mar de guapos.

Por la mañana, cuando llegué al lugar, me paseé entre las butacas y allí no me pidió entrada nadie. Si hubiera querido, podía haber cogido sitio y esperar a que comenzara, pero preferí irme a trabajar un ratito y volver cuando la cosa ya estuviera empezada. Lo malo es que, cuando volví, ya no dejaban pasar a nadie a la zona de espectadores. Eso sí, podía pasearme entre los graduados libremente (contradicciones que no termino de entender muy bien). Estaba un poco alejada de la carpa (tampoco me quería mimetizar con los de las túnicas) y no me enteraba de nada de lo que decían. No ya porque no se oyera muy bien o porque entender el inglés que sale de altavoces distorsionados me cuesta horrores, sino porque allí estaban los chavales haciéndose fotos y pasándoselo fenomenal, pasando olímpicamente de la señora del discurso. A veces sonaban aplausos y eso, pero yo creo que era pura inercia. Pensé que eso era claramente lo que hubiera ocurrido si los de mi generación hubiéramos acudido a un acto semejante cuando acabamos la carrera. Si es que los hijos de la Complutense en particular, y los españoles en general, somos unos mandriles (como los del City College, por otra parte). Así que no me pareció muy interesante quedarme mucho tiempo.

En fin, lo que sí puedo decir es que todos los alumnos y doctores que se gradúan tienen ese día una cara de felicidad maravillosa. Todo son sonrisas y alegrías. Y eso no es distinto entre los alumnos de Columbia y los del City College. Supongo que el commencement es un final de una etapa pero, más bien, como su nombre indica, señala el comienzo de otra igual o más importante.

3 comentarios:

Unknown dijo...

¡Qué fiesta se montan! Una americanada simpática. Se les ve muy contentos. ¡Pero... qué cantidad de gente! Y por cierto, me han gustado mucho los jardines de Columbia. Además hizo un día muy soledado. ¿Dónde les hubiesen metido de estar lloviendo, como lo está haciendo en España? Cuando salga el sol nos vamos a convertir en caracoles.
Besazos muy fuertes.

Almu dijo...

Pues muy parecida va a ser la mía: ceremonia y cóctel en el Matadero de Legazpi, después comida con los profesores y por la noche fiesta con los amigos. Vamos, lo mismito que una boda gitana. Por suerte somos cuatro gatas...

Jorge, da un toque cuando estés aquí. Estoy de entregas, pero me escapo un rato.

Mimillos en los lomillos a ambos!!

nacho dijo...

Jeje...yo estuve en la de Soler (Alfonso X el sabio) y era una especie de "quiero y no puedo" de este tipo de cosas....al final, lo mejor de todo la barra libre....faltaría plus...

Un beso chicos...que os sigo...